El nuevo año ha llegado cargado de frío y nieve y, como en Augustavet nos gusta estar a la última y asesorarte según tus necesidades, queremos aprovechar la situación para hablarte de la necesidad de abrigar o no a nuestros compañeros perrunos para salir a la calle.

El organismo del perro es mucho más resistente al frío que el nuestro. Un perro puede vivir todo el año en el exterior, en un abrigo aislado, sin padecer frío. Su piel y su pelaje constituyen un verdadero abrigo: la capa de grasa subcutánea y los pelos secundarios, muy abundantes en invierno (esos pelos que luego nos fastidian tanto en la época de la muda), le protegen del frío y aportan cierto grado de impermeabilidad. Por otra parte, el perro posee un cojín de aire aislante del frío que se aloja entre sus pelos y que puede aumentar cuando el animal los eriza.

El peso del perro también juega un importante papel. Un perro delgado es más sensible al frío que un perro de peso normal, pues posee pocas reservas corporales. Es el caso, por ejemplo, de los galgos. Esto no quiere decir que debamos “engordar” a nuestras mascotas en invierno, los perros obesos no son más resistentes a las bajas temperaturas, sino al contrario.

Por tanto, llevar un abrigo en invierno no se justifica en perros de pelo largo o semilargo (Shih Tzu, Pekinés…), en perros de pelaje espeso (Pastor Alemán, Husky…), en los de pelo duro (Westie, Fox Terrier…) y en general en los perros que viven una gran parte de la jornada en el exterior.

Sin embargo, los perros con el pelo muy corto o los perros miniatura son muy frioleros. Puede ser conveniente ponerles un abrigo para el paseo, sobre todo si viven en interiores con calefacción. Así conseguiremos que la diferencia de temperatura con el exterior sea menor. Más que evitar el frío en sí mismo evitaremos el choque térmico.